martes, 30 de octubre de 2007

La barra de Don Bosco

Virrey Liniers al 100. Ella vivía en el primer piso de un PH. Hija única del matrimonio de sus padres, aunque tenía dos hermanas mayores y un cuñado, Cacho. No recuerdo cómo se llamaba la madre, qué señora macanuda. El padre en cambio, era un tiro al aire. Recuerdo una vez que faltó dos días de su casa, dijo que no sabía dónde había estado y hablaba sobre extraterrestres. No sabíamos si reír o llorar, pero él era así. Inimputable. Los viernes nos instalábamos en esa casa para comenzar un pijama party que duraría todo el fin de semana. Algunas nos quedábamos hasta el domingo, otras se iban los sábados. Abríamos las ventanas del comedor, la música fuerte y atados de More mentolados por todos lados. A veces bajábamos y nos quedábamos en la vereda hablando con medio mundo. Era un barrio joven, lleno de historias, de nombres, de músicos y de gente que terminó en televisión. Nos recuerdo adultos, hablando y actuando como si tuviésemos 30 y cuando nos veo en el video de mi cumpleaños de quince, nos reconozco niños, tan cabezas frescas, tan inconscientes.
Hoy recuerdo algunos nombres, algunas fiestas, cierto metejón. Muchas desilusiones.
Y me pregunto qué habrá sido de la vida de ella, y de Cacho.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo tambien me acuerdo,pero de Cacho no.