viernes, 28 de diciembre de 2007

Los amorosos

Yo se, querido ratón, que no te vas a enojar por apropiarme de tus cosas. Pero cuando llegan a mis manos preciosuras como éstas, no puedo dejar de compartirlas con la gente que como yo, no entiende nada de poesía.
Gracias por embellecer mi vida con palabras mágicas.
Y por las dudas te cuento, que me teñí de bordó. Eso te deja una esperanza.
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Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan..
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento..
Tienen serpientes en lugar de brazos..
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la obscuridad abran los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.
Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
tembloroso, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor como en una lámpara de
inagotable aceite.
Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas..
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida.
Y se van llorando,
llorando la hermosa vida.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

cero comentarios??? qué pasa que nadie emite palabra??? jajajajaj

Anónimo dijo...

Nadie entiende de poesía. Nadie entiende nada de nada.

Anónimo dijo...

Nadie entiende nada de nada. Por suerte, la belleza no necesita ser comprendida. Y es verdad: resulta esperanzador imaginarte color bordó.

Anónimo dijo...

guauuuu, yo no entiendo de poesia, pero entiendo de otras cositas.... y como me divierto!!!!! Me encantan estas situaciones.... por favor, sigan asi!!!!