martes, 4 de septiembre de 2007

Ella dejó los votos

Era monja, pero de las seculares. Trabajaba conmigo. Su escritorio estaba en la oficina que daba a la esquina. Yo en la anterior. Era una de esas personas que Dios elige para que te acompañen toda la vida. Un ángel vestido de mujer, con una sonrisa eterna y un temperamento envidiable. Alguien que mamó desde la cuna el esfuerzo, la lucha y la perseverancia. Vivía en San Telmo, en un departamentito tan pintoresco como ella, con las paredes llenas de perspectivas que el hermano pintaba en lienzos y ella exhibía con orgullo de hermana mayor. Solía pasar tiempo mirando por esa ventana del primer piso. Y él pasaba, rigurosamente, de lunes a viernes, a la misma hora por México hacia el Bajo. Y allí estaba ella, con su mirada clavada en él, siguiéndolo hasta aplastarse la cara contra el vidrio para verlo hasta lo último. Tanto tiempo pasó, sin dejar de mirar un sólo día en la misma dirección a la misma hora. Hasta que un día abrió la ventana, y se dejó ver.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

habrá cerrado la puerta?

Anfitrite dijo...

ella? naaaaa....