lunes, 25 de febrero de 2008

Teotihuacan

Él se está convirtiendo en dios. Dejó su careta de tipo rudo y carga con su eterna mochila sobre la espalda. Come chapulines y se emociona ante las ruinas. Vuelve a ser niño y lleva a sus amigos imaginarios de la mano. El tipo está feliz. El más feliz de Once, a miles de kilómetros de distancia.

2 comentarios:

Zeb dijo...

Lo quiero conocer...

Anfitrite dijo...

Vos lo tenés más cerca que yo...
Ahora anda por Chiapas.