jueves, 1 de noviembre de 2007

Tormenta de cambios


Un viernes por la noche se fueron para el Litoral. Cargaron un bolsito, el mate y las ganas de estar juntos. No hacía mucho que se conocían, pero se llevaban bien. Llovía mucho, y éso lo hacía más interesante aún. El ruido del agua en el techo de chapa de la habitación del hotel los envolvía. Cuánto más segura se sentía abrazada en la cama. Amaneció fresco y los rastros de la tormenta se evidenciaban en la calle. Por la noche, cenaron frente al río. Una vez terminado el vino, y cuando él ya había juntado el coraje suficiente, sacó de su bolsillo una cajita. Con una mano tomó la de ella y con la otra se la entregó. Ella la miró sorprendida. Era roja, de metal y con un borde grueso, plateado. La abrió esperando ver una lapicera, y encontró las alianzas. Lo miró, y él le preguntó si quería casarse. Pagaron y dieron vueltas hasta encontrar la Catedral del lugar. En la puerta, ya de madrugada, vistió de oro su dedo anular ante Él como testigo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

te gusta hacerme soñar!!! entre los libros que me prestás y las historias q escribís.... por mi parte, del litoral, sólo espero volver bien blanquita, aunque "aiga" sol!!!! Me cuesta asumir, o no se nota....

Anónimo dijo...

quién te dice...la historia se repita...

Anónimo dijo...

puede ser, El cartero llamó dos veces!! no hay que desesperar

Anónimo dijo...

te cuento que anillo no hubo.... pero me dijo: "ya desde el viaje en la ruta, sabía que la ibamos a pasar re bien, era un presagio!!!" Estuvo divino, la pasamos bárbaro, nunca, con anillo a cuestas, tuve un fin de semana como éste!!! Cada momento, todo, todo, fue especial. Estoy flotando, y sin anillo.