viernes, 24 de agosto de 2007

Ella le marcaba la cara


Él era un chico como cualquiera, primogénito, nacido en una familia de clase media. De padre militar y madre ama de casa. Alumno mediocre, de carácter afable y muchos amigos. Vivía cerca de mi casa, muy cerca, y solíamos pasar mucho tiempo juntos. Era un par de años menor que yo, pero a esa edad, no se notaba la diferencia. Salvo por los 20 centímetros que yo le llevaba. Pasábamos casi todas las tardes juntos, jugando, andando en triciclo o en bicicleta cuando fuimos más grandes. A veces comíamos juntos…y después de la cena solíamos ir a la plaza hasta que nos corrían los mosquitos. Era bueno, y divertido. Había adoptado la costumbre de bañarse cuatro o cinco veces por día. Recuerdo a su abuela protestar por la cantidad de toallones que tenía para lavar. Solíamos ir al kiosco juntos, comprar figuritas, y jugar horas enteras…a veces de Frutillitas, a veces de He-man. Era bueno, pero a veces, su mamá le pegaba. Delante mío, a los gritos, le daba unas cachetadas que me dolían hasta el alma. A veces, él lloraba. Y yo me iba a mi casa, atormentada por el sonido de la palma de la mano en su mejilla. No me daban ganas de volver, pero siempre volvía.

1 comentario:

Anónimo dijo...

a mi me dolería muchoooo... demasiado...