lunes, 13 de agosto de 2007

La que no tuvo nombre

Siempre la nombraba así, -mi hermana, la que tiene parálisis-. Hizo una y mil veces referencia a ella, comentaba sobre su vida, sobre su hijo. Y nunca supe cómo se llamaba. Hace una semana, en uno de sus tantos e insistentes llamados, me contó que su hermana estaba muy mal, que el hijo la había abandonado y la habían llevado a un geriátrico. Que estaba bien y contenta, pero que se había caído y quebrado la cadera. Habían tenido que internarla, desmejoró mucho y ya no reconocía a nadie. Figurita repetida, pensé yo. Me dijo que ella no podía viajar para verla, que su estado de salud no se lo permitía, pero que una de sus hermanas iba cada quince días a verla... como si eso pudiera lavar la propia culpa, ¿no?...en fin...
A los dos o tres días volvió a llamarme para decirme que su hermana había fallecido. Que la habían llevado ya a Serrezuela, para enterrarla junto a su mamá.
Qué triste, pensé yo, durante tantos años escuché hablar de ella, nunca la conocí ni supe su nombre... sólo fue su hermana, la que tenía parálisis.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Triste, para las dos hermanas.