viernes, 31 de agosto de 2007

Maravillada


Ufff...acabo de leer algo que me dejó helada...Lo recibí esta tarde, pero lo dejé para esta noche, porque imaginé que iba a valer la pena leerlo en silencio...y es increíble...no pierdo (gracias a Dios) la capacidad de asombro...¿Cómo puede alguien esconderse tanto? ¿Cómo no se muere por gritar que vive, que ama la vida, que ve mucho más allá de lo que se le muestra?
En realidad, lo hizo y deseo que lo siga haciendo. Yo llegué tres años tarde...

jueves, 30 de agosto de 2007

El ojo en el cielo


El ruido de la púa sobre el disco de pasta ya me cambiaba el humor. Tenía unos parlantes gigantes, que sonaban bien graves, como a mi me gusta. Sacaba la caja que si mal no recuerdo era de color verde agua y con la mano temblorosa, buscaba la rayita gruesa en la que comenzaba el tema. Era un departamento chico, con muchos muebles. Tenía una ventana de varias hojas, del tamaño del ancho del comedor. Era un segundo piso y daba al jardín de una casa en el pulmón de la manzana. Parecía un jardín inglés salido de un cuadro barroco. Frondoso por demás, verde oscuro, tupido. Y perfumado. Olor a fresco, a humedad, a tierra mojada…tan especial. Y la música comenzaba a sonar, mi corazón retumbaba y mis ojos se llenaban de verde. Sobre la mesa estaba servido el desayuno, con esas galletas untadas con un centímetro de alto de manteca y mermelada casera de tomates. Y llegaba él, desde la cocina con su pijama todavía puesto, para desayunar conmigo mientras escuchábamos a Alan Parson. Hoy escucho The Eye in the Sky, y no puedo evitar recordar esas mañanas de domingo.

miércoles, 29 de agosto de 2007

Tanto y tan poco

Siempre fue muy exigente. Quizás, su inteligencia privilegiada le jugaba en contra. Era un buen tipo, sano, trabajador, estudioso. Sabía de ciencias, de lenguas y de artes. Yo podía quedarme horas enteras conversando con él, que jamás me aburría. Me hacía soñar con los ojos abiertos. Peleó mucho para mejorar en su trabajo. Cambió, probó, se quedó, ascendió, se fue, empezó de nuevo, hasta que encontró su lugar. Dejó la casa de sus padres para armar su propio hogar. A veces nos juntábamos a comer, y se nos enfriaban los ravioles mientras nos enredábamos en eternas discusiones para arribar invariablemente a una única conclusión. Siempre, no sé si por cortesía o coincidencia, me daba la razón. Sabía adularme, con la palabra justa, y me hacía sentir importante. Aunque sólo fuera en su mundo, su vida. Pero siempre supe que era demasiado exigente. Y por este motivo, no tenía pareja. Había idealizado tanto a la que debiera ser su mujer, que se quedó solo. Me daba pena su soledad…sólo tenía que mirar a su alrededor…

martes, 28 de agosto de 2007

Mi palacio de oro y anís

Vivíamos las dos solas todavía. En un departamentito suficientemente femenino. Tanta distancia entre una y otra, y tan poca… Teníamos un living con sillones grandes, de cuero negro y un juego de comedor hermoso, en cedro combinado. Uno de los muebles llamó siempre mi atención. De doble puerta y dos cajones en la parte de abajo. El primero forrado en gamuza roja con las divisiones para guardar el juego fino de cubiertos. Las puertas, perfectamente lisas, cerraban con imanes. Yo me paraba frente a ellas, apoyaba mis manos sobre cada una y tiraba hacia mí. Todavía puedo oler ese perfume a madera encerrada que me golpeaba con fuerza. A veces, cerraba rápido, para volver a abrir y sentirlo de nuevo. Más de una vez, me encontré arrodillada, con la cabeza dentro del mueble y las puertas juntas en mi nuca para evitar que el olor se escapara. Por dentro, estaba completamente espejado y tenía un estante de vidrio en el centro. Cuando se abrían las puertas, una luz se encendía, y ese pequeño espacio se convertía en un salón palaciego. La imagen de mi rostro se multiplicaba incansablemente hacia los costados. Por debajo del estante, en el centro, guardábamos esa botella. No recuerdo su forma, ni la etiqueta. Sólo sé que era anís, y dentro de ella bailaban pequeñas láminas de oro. Yo tomaba esa botella y la giraba, boca abajo, y mi pequeño palacio resplandecía.

Con los dientes apretados

Ay, los cambios, los cambios….pedirle a la gente que cambie es fácil….no analizar todas las consecuencias también…A veces, no se está preparado para afrontar un cambio en alguien. Al principio sorprende, después genera indiferencia, luego asusta y por último molesta. Y se pretende retroceder…y ya es tarde, porque aunque se vuelva a ser el de antes, la ilusión de lo descubierto se perdió.

lunes, 27 de agosto de 2007

Cuenta regresiva


La tercera es la vencida, dicen...

Aunque estábamos esperando que pase el invierno, la incertidumbre me daba cierta seguridad. Ahora que nos dieron fecha, no puedo evitar sentir un nudo en el estómago.

20 de Septiembre...

viernes, 24 de agosto de 2007

Ella le marcaba la cara


Él era un chico como cualquiera, primogénito, nacido en una familia de clase media. De padre militar y madre ama de casa. Alumno mediocre, de carácter afable y muchos amigos. Vivía cerca de mi casa, muy cerca, y solíamos pasar mucho tiempo juntos. Era un par de años menor que yo, pero a esa edad, no se notaba la diferencia. Salvo por los 20 centímetros que yo le llevaba. Pasábamos casi todas las tardes juntos, jugando, andando en triciclo o en bicicleta cuando fuimos más grandes. A veces comíamos juntos…y después de la cena solíamos ir a la plaza hasta que nos corrían los mosquitos. Era bueno, y divertido. Había adoptado la costumbre de bañarse cuatro o cinco veces por día. Recuerdo a su abuela protestar por la cantidad de toallones que tenía para lavar. Solíamos ir al kiosco juntos, comprar figuritas, y jugar horas enteras…a veces de Frutillitas, a veces de He-man. Era bueno, pero a veces, su mamá le pegaba. Delante mío, a los gritos, le daba unas cachetadas que me dolían hasta el alma. A veces, él lloraba. Y yo me iba a mi casa, atormentada por el sonido de la palma de la mano en su mejilla. No me daban ganas de volver, pero siempre volvía.

jueves, 23 de agosto de 2007

No me quedó ni una cana

Ayyyy…cómo rompí con la multichef……y como todas mis calenturas, no pueden hacerse esperar demasiado….así que ayer papá noel me regaló la multichef…..ansiosa por ver cómo funcionaba…..quería organizar todo así podía sentarme a mirar el manual y las recetas…..La cosa es que los chicos llegaron dormidos… yo ya iba pensando en el auto qué iba a hacer primero….Llegamos, bajamos las cosas y uauaua…se despertó el pequeño…bué…el padre lo levantó y lo trajo….se puso a jugar en el pelotero (esa idea genial que tuve de regalo del día del niño que me ocupa todo el comedor y me llena el piso de pelotas cual carrera de obstáculos). Mientras Néstor desembala la multichef, saco de la heladera el guiso de lentejas que tenía preparado para los chicos….pensé: no puedo salir a festejar los divorcios con estas canas….aprovecho para hacerme el henna…me cambié…busqué las cosas para lavarme la cabeza…y uauaua…se despertó Guada…y de la peor manera que puede despertarse…sonámbula, gritando como loca, casi ciega y toda meada….voy al auto a buscarla… a todo esto, como tengo tantas porquerías sobre la mesada, había que hacer lugar para poner ahora la nueva adquisición…así que le dije a Néstor que guardemos el esterilizador de mamaderas que me prestó mi cuñada, que hace mucho tiempo que no uso (si el nene come la comida del piso, qué le voy a esterilizar las mamaderas…)…y me dice..ah, podríamos limpiarlo así se lo devolvemos a mi hermana…..qué lindo momento para hacerlo!!!!...hay que llenarlo de vinagre, y ponerlo a funcionar repitiendo el proceso tres veces….ah…y como también me había prestado el calentador de mamaderas (que jamás usé porque demoraba casi diez minutos, y cuando un bebé llora por hambre, quién lo aguanta diez minutos …ni loca….microondas a full)…Imaginen lo que era la mesada….los tarros de las galletitas, el mate, el termo, la tostadora, la caja de la multichef, la bolsa de frávega en la que venía la caja, la multichef misma, los cables, el tupper con las lentejas, el esterilizador, la botella de vinagre y el calienta mamaderas….un quilombo de aquellos….Guada no quería bajarse del auto, histérica como buena mujer….Abandoné la idea del henna….lleno la bañadera…preparo la ropa limpia para cambiar a los chicos…el gordo a esta altura ya estaba loco…me lo llevo al baño…le saco la ropa para meterlo en la bañadera, cuando le voy a sacar el pañal….cagado hasta la nuca….vuelvo a mi pieza, lo limpio con las toallitas, vuelvo al baño y al agua pato…a todo esto la otra seguía gritando como loca afuera…yo lo escuchaba a Néstor que le hablaba, trataba de convencerla y nada….no le entraban balas….salgo del baño, visto al pequeño y lo siento en su sillita…le caliento las lentejas, le doy la mamadera de jugo….prendo la tele…bingo!!! Lazy town….para este entonces, guada se había calmado y el padre la había cambiado…de bañarse ni hablar….viene con la cara hinchada de tanto llorar, pide su comida…el padre le calienta su plato y los dos comiendo felices…los dos…los padres, anoche no cenaron…les doy el postre, y preparo las mochilas, incluida la de natación…ahhh…como en el jardín están viendo la unidad de juegos…ahora tenemos juegos viajeros…y como si fuera poco, ayer me tocó la bolsita de bowling….botellas de leche, pintadas y una pelota ¡¡¡¡otra pelota de pelotero!!!! Así que después de comer teníamos que jugar al bowling….uy dios….pongo las botellas en el pasillo y le explico a Guada cómo jugar….y por supuesto tiramos dos veces cada una y después se enojó porque ella quería jugar de otra manera…a la mierda el bowling….lo guardo en la bolsa, y me queda todo el piso lleno de témpera de colores seca….y bué…hora de dormir….cazo al pequeño, le pongo el pijama y, testaruda como siempre, le hago el puff, cosa que lo pone furioso y llora y patalea como loco….el padre se cansó de decirme que no se lo haga antes de darle la leche porque se queda alterado y yo, no….se lo tengo que hacer igual….luego le doy la mamadera, la toma casi toda, provechito, besito y a la cama….mientras tanto, Nestor acostando a Guada para luego, empezar a contar el cuento de todas las noches, rezar el ángel de la guarda, apagar la luz, hablar, cantar, retar, tapar, levantar el chupete, volver a tapar….bueno…es mi momento….me hago el henna y mientras me lo dejo una hora, lavo los platos, paso la ropa por el koinoor, la cuelgo, me fumo un pucho y después me lavo la cabeza…otra vez vuelvo a cambiarme, me lavo la cabeza y preparo el henna…raya al medio, primera pincelada de un lado y del otro…y por allá a lo lejos escucho por el baby call que el nene tosía…y tosía y tosía….y como era de esperar….ccccchhhacccccccjjjjjjj……praaaaaaaaaaaaaaa……ruido a vómito….uy dio….abro la puerta de su pieza, prendo la luz…él sentadito tosiendo y toda la cuna vomitada…Néstor veniiiiiiiiiiii….Néstor alza al nene y praaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa peor….me cago en las lentejas del orto y el puffffff de mierda……..saqué las sábanas, la chichonera, al lavadero…Néstor cambiando al gordo y Guada cantando en su pieza….tiro un poco de pinoluz, lysoform y paso el trapo…queda limpio….vuelvo y lo veo todo chorreado de un líquido marrón….qué mierda???? Y claro, entre tanto traqueteo me estaba chorreando ese pasto que ya me había puesto en la cabeza….

miércoles, 22 de agosto de 2007

Aplaudo de pie


Se sacó un peso de encima. Una carga dolorosa, una de sus tantas cruces. Lloró, pataleó y lucho incansablemente por su felicidad y la de sus hijas. Le costó entender, ver la falla. Estaba ciega. Pero le hacía falta un sacudón, una cachetada de esas que te dan vuelta la cara y te dejan la mejilla roja. Después supo entender. Ahora, se la ve radiante, segura, encantadora. Ahora se lleva el mundo por delante, lo atropella. Ahora, ella está feliz.

Justicia

Hoy, hice girar la rueda y avancé cuatro casilleros. Llegué al Palacio de Justicia. Por fin, algo bueno. Una papeleta que me pone muy contenta. Y me tranquiliza bastante.

Dañina


No creo que haya sufrido en lo más mínimo. Muy por el contrario, se fortaleció. Detesta que le señalen los errores, porque no comete errores. Es quien sabe siempre todo, resuelve cada situación conflictiva evidenciando el error ajeno. Y te lo refriega por la cara, delante de todos, de cualquiera. Se considera imprescindible, porque así se lo han hecho creer desde siempre. Si te ve caído, te aplasta la cabeza y te destroza. Se regocija con el dolor del otro, lo disfruta, lo amasa entre los dedos, lo estira y te envuelve en él hasta que pidas clemencia. Te amenaza, inagotablemente, con lo que más te espanta. Te increpa, se ríe, se relame. Juega por detrás, averigua, instiga, complota. Juzga, aún en su ignorancia. Persigue, revisa y vuelve a revisar, esperando encontrar un indicio en su contra para comenzar una nueva guerra. Y la vuelve ganar. Porque siempre gana. Porque creó una realidad paralela que más de un idiota es incapaz de ver. Porque tiene una manera demoníaca de ejercer el control y sólo el que estuvo debajo es capaz de verlo. Porque nadie lo cree, porque ni siquiera yo, después de tantos años, puedo mantener la mirada en esos ojos sin sentirme aterrorizada.

martes, 21 de agosto de 2007

Siempre fui menos que mi reputación


Tenía la habilidad para cambiar el rumbo de las cosas. Alguien, alguna vez, le enseñó a mirar a los ojos y ver más allá de lo evidente. Adquirió la fama de bruja, pero de las malas. Sabía sobrehumanamente lo que debía decir, a quién y en qué momento. Se callaba cuando era necesario, escuchaba por demás. Su tono de voz era atinado, y una pieza fundamental en cualquiera de sus discursos. De vocabulario amplio y desconcertante. Vestía siempre de manera monocromática para no alterar a nadie. Caminaba sigilosa. De pelo negro tenebroso, recogido con rigor a la altura de las orejas. Con ojos sombríos y punzantes. Tenía los labios rojos, bien rojos, y a veces sangraban por su costumbre de morderlos constantemente. Ella, de cuerpo lánguido y dedos demasiado largos, asustaba.

lunes, 20 de agosto de 2007

Lo adoran las mujeres


Hoy me decía una amiga, - pero es un santo, hace dos horas que está con la piñata en alto y nadie le da bolilla-. Y tenía razón. No sólo lo tuve de aquí para allá todo el fin de semana, sino que además ayer tuvo que cuidar un gato ajeno. Y sí...es irresistible para todas las mujeres, las propias y las ajenas.

Si tuviese que elegir de nuevo, volvería a casarme con vos.

Y la misma amiga me diría - ¿Y quién te aguantaría si no es él?

Y tiene razón.

domingo, 19 de agosto de 2007

Cerca del Carril Ozamis

Preparaba las aceitunas de una manera muy especial. O quizás lo especial eran las aceitunas. Negras, enormes, carnosas. Las volcaba suavemente en una fuente enlozada, bastante profunda. Cortaba bien finita la cebolla de verdeo y la esparcía por encima. Aceite y un poquito de limón. Yo esperaba sentada en esa cocina gigantesca, mirándolo en su dedicación, mientras afuera encendían el horno de barro para cocinar las empanadas. Esa cocina que se llenaba de olor a mate y tortitas tostadas por la mañana. Con su puerta trasera, siempre abierta a ese patio con baldosas y alero y la quinta con sus frutos y gallinas más allá. Esa cocina que era tan mía, tan de los míos... Donde los domingos se amasaban los fideos sobre la mesa larga, de madera oscura. Donde la tierra se movió una noche, y me dejó atrapada entre sillas, sorda y a oscuras. Donde lloré mucho, aterrorizada por las réplicas y los aullidos de los perros a lo lejos. Esa cocina que supo tener a su mesa un familión pluriprovincial en la que se hablaba con diferentes tonadas. Donde había yayas, tatas, lelas, lolis. Donde todos nos referíamos al otro anteponiendo al nombre el artículo "el" o "la". Allí, donde todos éramos chicos, incluso los viejos.
Hace casi diez años que no vuelvo. Y la última vez que fui, ya no había aceitunas.

viernes, 17 de agosto de 2007

Bueno, bueno, bueno

Esto va a pasar más de una vez, y no voy a arreglar los errores ni pedir disculpas....
Para vos, para que te quedes tranquila, ya aprendí que persiana, va con s.

La última lluvia




If I could stay...

Then the night would give you up

Stay...then the day would keep its trust

Stay...with the demons you drowned

Stay...with the spirit I found

Stay...and the night would be enough


Llovía. Era una noche demasiado cerrada para hablar de ciertas cosas. Mejor dejarlas para más adelante, pensó. Se fué con él, caminando de la mano, como siempre. Tomaron un taxi sin saber a dónde ir. Él indicó una dirección. No era tan lejos. Llovía. El auto se detuvo en una esquina. Se bajaron y mojados entraron por la puerta de doble hoja. Silencio, sólo se escuchaba el ruido del agua en el techo. Al fondo del pasillo estaba la escalera. Subieron a su habitación, sin hablar. Ni siquiera encendieron la luz. No hacía falta. Los relámpagos iluminaban el todo. Sobre una mesita había una botella de vino, de ese que a ella tanto le gustaba, y dos copas. Brindaron sin motivo, por el solo hecho de iniciar el ritual de la bebida. Él abrió la ventana y levantó la perciana. No hacía frío y olía a lluvia. Ambos conocían el final de esa noche. No tenían ya de que hablar, se habían agotado las palabras. Como si el amanecer los corriera, el le quitó la ropa. Ella respondió como siempre. Se buscaron y se encontraron, desnudos, una vez más, para ser la última. Afuera llovía.

jueves, 16 de agosto de 2007

Y Pedro tocaba el piano

Nieta del autor del sainete criollo, una mujer que nunca dejó de ser niña. Una chica bien. De una altura increíble, de rasgos finos y movimientos torpes. De sonrisa perpetua y de una capacidad prodigiosa para hablar y no decir nada. O mucho. Vivía en Belgrano, todavía con sus padres. En cierta oportunidad en la que ellos habían viajado a Europa, organizó una cena en su casa. Ella, mi amiga de toda la vida y yo, y las tres con nuestras parejas. Pasamos la tarde entera, diría casi desde el mediodía, haciendo compras, cocinando y organizando todo. Era un día de calor insoportable, y la noche siguió igual...Sacamos la vajilla fina y hasta pusimos candelabros sobre la mesa. Recuerdo el contraste del rojo furioso de los tomates secos sobre el mantel inmaculado. Puedo oler todavía, el perfume del incienso de los sahumerios. Me había comprado para la ocasión, un vestido en amarillos y naranjas, sin mangas y bastante corto. En esa época todavía usaba tacos...
Cenamos los seis, en un ambiente caprichoso, lleno de incongruencias, y sensaciones ajenas. Eramos extraños, todos. Nadie se conocía bien. Pero en esa heterogeneidad hubo esa noche, magia. Nos fuimos desatando, entre confesiones, verdades, mentiras y vino tinto. Y Pedro se sentó al piano y empezó a tocar, desenfrenado. Me hubiese gustado eternizar ese momento. Pocas veces me sentí tan cómoda como esa noche.
De madrugada nos fuimos, mi amiga y yo, cada una con su pareja.
Y Pedro se quedó para dormir con ella.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Con los ojos cerrados


Podía reconocer las cosas por su aroma. Cada vez que entraba a un lugar lo hacía con los ojos cerrados. A medida que ingresaba iba percibiendo colores, texturas, sabores, con sólo inspirar. Sabía cómo era el ambiente donde se paraba, cuál era la entrada y cuál la salida. Podía imaginar los muebles, los pisos y paredes. Notaba la luz, o el olor a oscuridad. Advertía la gente que se paraba a su lado, la edad que tenían, la ropa que llevaban puesta, incluso antes de que hablaran. Tenía la capacidad de oler el miedo y la felicidad. Podía adelantarse a lo hechos, porque olía el futuro. Conocía hasta la médula a cada persona que se le acercaba, sabía de sus deseos y de sus fracasos. Olía la mentira, la venganza y el rencor. Sentía el olor del cariño verdadero, el de la inocencia y el del amor desinteresado. Olor a día soleado y a tormenta impetuosa. Sabía del olor a muerte y del olor a vida nueva, ese que según decía era suavecito como el algodón. Hace tiempo que dejó de frecuentar los lugares que solíamos compartir y le hemos perdido el rastro. Jamás usaba perfume.

Me planto

Hoy, me quiero quedar en este casillero. No se el número, pero creo que avancé bastante. Hoy fue un buen día...y eso no pasa muy seguido. Se aclaran ciertas cosas, se comparten otras, se tranquiliza el alma...Hoy volví a poner en mi autito una clavija celeste que daba por perdida...

lunes, 13 de agosto de 2007

Y yo, que creía haberlo visto todo


Es una de esas escenas que uno ve sólo en las películas, o en las novelas mejor dicho. Como siempre, testaruda, arrogante, egoísta y todas esas cosas que uno sabe que es pero a veces no lo admite hacen que nuestra realidad sea única. Y por ende, igual a la de los demás. Tengo la costumbre de creer que todo el mundo sabe lo que me pasa, lo que quiero y lo que no, lo que me molesta, lo que me haría feliz. Siempre espero más, nunca me conformo. Y por ésto, no veo las debilidades del otro. Pero a veces, alguien decide parar la pelota y sincerarse. Lo raro es que esto sucede cuando uno menos lo espera. Sienta bien barajar y dar de nuevo. No es tarde todavía.

La que no tuvo nombre

Siempre la nombraba así, -mi hermana, la que tiene parálisis-. Hizo una y mil veces referencia a ella, comentaba sobre su vida, sobre su hijo. Y nunca supe cómo se llamaba. Hace una semana, en uno de sus tantos e insistentes llamados, me contó que su hermana estaba muy mal, que el hijo la había abandonado y la habían llevado a un geriátrico. Que estaba bien y contenta, pero que se había caído y quebrado la cadera. Habían tenido que internarla, desmejoró mucho y ya no reconocía a nadie. Figurita repetida, pensé yo. Me dijo que ella no podía viajar para verla, que su estado de salud no se lo permitía, pero que una de sus hermanas iba cada quince días a verla... como si eso pudiera lavar la propia culpa, ¿no?...en fin...
A los dos o tres días volvió a llamarme para decirme que su hermana había fallecido. Que la habían llevado ya a Serrezuela, para enterrarla junto a su mamá.
Qué triste, pensé yo, durante tantos años escuché hablar de ella, nunca la conocí ni supe su nombre... sólo fue su hermana, la que tenía parálisis.

domingo, 12 de agosto de 2007

Ella hablaba con los azulejos

Vivía en un dos ambientes y todas las mañanas hacía el mismo ritual. Rigurosamente. Yo la esperaba sentada en el sofá, no recuerdo si era verde o marroncito. Se levantaba y pasaba, desalineada, hacia el baño. No cerraba la puerta, sólo la entornaba. Se sentaba en el inodoro un rato largo. El silencio de la mañana me obligaba a escuchar. Supongo que pondría sus manos sobre el mentón, apoyando todo el peso de su cabeza, y con los ojos entreabiertos comenzaría su charla. Mentiría si dijera sobre qué hablaba...no me acuerdo. Pero preguntaba, contestaba, cuestionaba, se reía. De lunes a viernes presencié los coloquios, durante años. Un día le pregunté con quién hablaba, me contestó que con los azulejos. Todavía me pregunto si seguirá haciéndolo, aunque sea cada tanto, pero me da miedo la respuesta.

Este domingo te llamo


Dijo mi abuela, porque todavía seguís siendo mi niña. Pero la niña creció, hace rato. Hoy, el día del niño es para ellos. Los bombones de mi vida.

Feliz día hijitos.

sábado, 11 de agosto de 2007

Torta Leguizamo


Ella se había puesto de novia con un chico de nombre de viejo y apellido compuesto. De familia de alcurnia, propietarios de un piso majestuoso frente a la Plaza Vicente López. De madre poeta, padre intrigante y muchos hermanos. Se conocieron en un instituto de apoyo escolar. Sí, era un chico de buena familia pero vago como pocos. Los dos se habían llevado varias materias a marzo, así que pasaron el verano juntos haciendo de cuenta que estudiaban. La cosa es que este muchacho, cumplía años en enero, y su mamá le organizó la fiesta en uno de los salones de la confitería El Molino.
Allí fuimos las amigas de ella, con todo el guardarropas encima, peluquería mediante y papá chofer que nos dejó como siempre, en la esquina para no pasar papelones. Recuerdo haber tenido puesto un vestido negro, medias negras y zapatos negros de taco de más de 5 cm. Portero en la puerta, nos indica cómo llegar al segundo piso donde estaba el salón. Qué paquetería….paredes revestidas en madera, arañas fastuosas, pisos de mármol. No sólo estaba la creme de la creme, que ya con eso me hubiese bastado, sino que además al costado del salón se había servido un lunch digno de la última cena.
La cosa es que comimos, bailamos, fuimos al baño, tomamos champagne, tratamos como pudimos, de formar parte de ese selecto círculo. Pero la realidad me delató. A la hora del postre, gentilmente un mozo me acerca un plato con una porción de torta helada. Demasiado congelada para mi pobre cuchara que, al tratar de cortar un pedacito, resbaló sobre la torta empujándola fuera del plato a una velocidad de 60 kilómetros por hora, generando un vuelo elíptico desde el centro del salón hacia una de las paredes contra la que se encontraba la mesa principal. Y allí quedó la porción, a los pies de la mesa, durita tal como había llegado a mis manos, lista para comenzar a derretirse y evidenciar mi clase media.
No hay caso, al que nace barrigón es al ñudo que lo fajen…

Mi sitio inocente


Giro la rueda del tablero y vuelvo al presente. Estoy en mi pueblo, ese que no me vio nacer pero me vio crecer. Ese que me dio mañanas frescas, olor a pasto y siestas en el parque. El que evoca recuerdos de gente sana, familia numerosa y rodillas lastimadas. Aquel a donde las cosas nuevas llegaban viejas. Allí donde nos quedamos solos para poder volver a empezar, una vez más. El pueblo que creyó en mi locura, en mi rara niñez por pintar dibujos color negro. El lugar que me dio los primeros amigos y el primer amor. El que me enseñó que había vida en el lago, detrás de esas rejas que se abrían para brindarme un mundo único. Mi pueblo, con su acento tan particular y sus semillas de girasol saladas. Cada tanto vuelvo, y a veces, alguien grita mi nombre mientras me saluda. Yo respondo sin saber quién es. Hoy, lo único que reconozco como propio es ese parque, y a Mamerto Menapace.
¿Dónde estás amor de mi vida, que a veces, no te puedo encontrar?

viernes, 10 de agosto de 2007

El cepillo en su cabeza

Ella fue siempre rebelde, adelantada para su época. No daba explicaciones, no respetaba horarios ni tenía vueltas. Escuchaba una radio rara…para gente rara. Y por esas cosas de la vida, se obsesionó con uno de los personajes de un programa. Lo llamaba, le dejaba mensajes Su entorno se volvió negro…como él. Y se fue a la radio, empecinada en conocerlo. Pero necesitaba un cómplice, por las dudas…era una radio para gente rara. Le pidió a una amiga que la acompañe, una tarde antes de la caída del sol. Y allá se fueron…Av. Belgrano al 100. Un hall amplio con sillones y un escritorio con un recepcionista. Ella pidió por él, se anunció y él apareció por detrás de una puerta. La saludó y se la llevó. La cómplice esperó en uno de los sillones de la entrada. Esperó, siguió esperando y se cansó de esperar. Afuera la noche llegaba y habían superado ampliamente el horario de vuelta estipulado. Escenas de drogas, asesinatos, violaciones, tráfico de órganos, pedofilia, todo cruzó por su cabeza. Preguntó a la persona detrás del mostrador por su amiga, que la ubicaran. Le respondieron que no estaba, que no había nadie. Y el mundo se volvió negro…y gótico…lo único que le preocupaba era qué decirle a los padres de su amiga…¿Que la había perdido? ¿Que la habían secuestrado? Tendría que dar explicaciones sobre la osadía de haber ido a ese antro. No puede ser, imposible. Volvió a preguntar, ¿Pero no hay otra salida? ¿Una puerta trasera? No, esa era la única entrada y salida del edificio. Adrenalina, como nunca. Hasta debe haber sido capaz de rezar en ese momento. Respiró aliviada al verla llegar desde la misma puerta por la que se había ido. Jamás se supo qué pasó, dónde estuvo ni con quién. Pero nunca volvió a ser la misma. Todavía se viste de negro.

La yegüita traumatizada


Ya le voy a preguntar a mi abuela cómo se llamaba, porque no recuerdo bien…creo que su nombre era Norberto, pero no estoy segura. Durante muchos años, cada verano volvía a verlo. No sé quién era más chiquito, si el pony o él. Eran dos miniaturas que te llevaban a cabalgar durante media hora por entre los médanos. El pony se llamaba mosquito, de eso si me acuerdo. Por supuesto, mi vértigo jamás me hubiese permitido montar un caballo alto, por ende siempre morí en un pony… Resulta que – lo llamaremos así mientras confirmo su nombre- Norberto era maricón, si, maricón, porque con homosexual me quedo corta…un trolo de esos de plumas y pestañas postizas que te acompañaba todo el trayecto llevando las riendas de mosquito. Así que yo iba arriba de un pony, con el trolo de un lado y mi abuela del otro (porque no vaya a ser cosa que me caiga, me viole la marica o me lleven los extraterrestres) y se armaban unas charlas…como decirlo….bizarras….Así fue como supe que Norberto tenía una yegua, y que cierta vez –según sus palabras-, la agarró un padrillo, que era tan grande, tan grande, y ella tan frágil, que la dejó traumatizada. Y a partir de ese momento la yegüita vivió en celibato….Imaginen este relato por un petiso homosexual, enfundado en un jean ajustado cual calza de lycra, haciendo ademanes con todo el cuerpo y hablando con tonos de mujer relajada. Como no podía ser de otra forma y por propiedad transitiva, Norberto adquirió a partir de ese día el nombre de La yegüita traumatizada….

jueves, 9 de agosto de 2007

Empezar por el final


Ya es muy tarde para hurgar en el pasado...y a mi edad, media hora más hace la diferencia...por ende, hoy comienzo por el final. Esto que ven en la foto, es el último casillero del Juego de la vida. Después de haber devorado de chica, la colección entera de "Elije tu propia aventura", aprendí de grande, a volver a empezar y a elegir mi propio final.
Esta es la llegada de mi juego de hoy, y la salida de mi juego de mañana.

miércoles, 8 de agosto de 2007

Comienzo

Hace más de 25 años que no veo el tablero del Juego de la vida...recuerdo muy poco...autitos de plástico en varios colores y pequeñas clavijas que, con suerte, se encastraban en ellos a medida que la familia iba creciendo...
Voy a reconstruir el juego, voy a ir hacia adelante y hacia atrás... voy a agregar y sacar clavijas mientras vaya recordando nombres, lugares, charlas, canciones, comidas, peleas y reconciliaciones...ah...y olores...
Hoy, esta noche, el juego comienza...y yo soy mano para tirar el dado...