martes, 22 de enero de 2008

Los niños mozos


Son compañeros de trabajo. Ella es un poco mayor que él y lleva un tatuaje en la espalda. De flores, o algo parecido. Tiene la voz dulce y los modos sencillos. Él es un arrebato. Ella es precavida, buena hija, buena empleada, buena esposa. Él vagó por el mundo buscando su espacio. Y se asentó, pero aún no tiene heladera. Ella vive con su marido, aunque duermen separados. Desde hace meses, él sólo vive para ella. Y ella lo evade, lo busca, lo pelea, interroga, lo acerca, lo aleja, lo llama, le cuestiona, lo olvida hasta que vuelve a buscarlo. Y allí está él, poniendo siempre la otra mejilla.

Ayer lo llamó y le dijo que no hiciera planes para la noche. Fue a su casa y el sol de la mañana los encontró exhaustos sobre un colchón de una plaza.

Esta tarde, cuando él regresó a su casa con la heladera en la camioneta del fletero, ella ya había comprado unas cucharitas para el café.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

siempre aparecen nuevas personas....

Zeb dijo...

Estuve leyendo varias de tus entradas (tenía tu link por un comentario tuyo en mi blog, en una actualización sobre mi relación con los libros) y me gusta mucho cómo escribis...

Te agrego a mis links para pasar seguido y poder darme el gusto de leerte!

Besos!

Anónimo dijo...

Ojalá todas las historias de este estilo terminaran asi..... las mías nunca tuvieron ese final... por que será?

Anfitrite dijo...

Gracias Zeb. ¿Y si ponemos una libreria? Yo lo pensaría, eh...
Bienvenido al juego.

Anfitrite dijo...

¿Por qué será, deshevelled? Quizás porque siempre tuviste heladera...

Anónimo dijo...

Me parece bien que ahora tengan heladera.

Anfitrite dijo...

Y cucharitas Isol...fundamental!

Almita dijo...

QUE BUENO QUE ESTA COMO CONTASTE ESTA HISTORIA!! ME GUSTA !!!! Si quieren poner una libreria yo aporto mis estudios editoriales!!! jejej besos

Almita dijo...

QUE BUENO QUE ESTA COMO CONTASTE ESTA HISTORIA!! ME GUSTA !!!! Si quieren poner una libreria yo aporto mis estudios editoriales!!! jejej besos