domingo, 6 de enero de 2008

Ni oro, ni incienso, ni mirra


Él se fue una noche sin dar explicaciones. Dejó su ropa, sus libros, sus cds. Sólo se llevó el cepillo de dientes. Ella entendió que no volvería, ni siquiera ocasionalmente. No cambió la cerradura, no vació el placard, y cada tanto buscaba entre su ropa de lana algún vestigio de su perfume. Dormía en el mismo lado de la cama, no se atrevía a acercarse al medio. Continuó levantándose a las 6 y media. Cada mañana se daba cuenta de que la ducha y el baño entero le pertenecían sólo a ella. No usó más la tarjeta de crédito. No quería provocarlo. Se volvió adicta al contestador automático, y se compró un teléfono con caller id. Él había desaparecido del mundo. Dejó su trabajo, el fútbol de los jueves debajo de la autopista, y el curso avanzado de inglés técnico. Ella lo buscó, hasta en las cartas del tarot, y no encontró el mínimo indicio. Tomó cuenta de la fecha. Era 5 de enero. Bajó las escaleras y puso junto a los zapatitos de sus hijos, su par de sandalias.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

felices reyes...

Anónimo dijo...

yo no puse ni las chinelas.......

Anónimo dijo...

Que se compre otras sandalias, las más lindas, sexies y caras que encuentre!!! y se las ponga para caminar el mundo... que es mucho más grande que ese lado de la cama que quedó vacio.... y ojalá, que caminando por el mundo, no lo encuentre al cobarde, nunca más. Las sandalias, deben tener taco aguja, para pisarlo si se le topa en el camino....

Anónimo dijo...

Que los Reyes le traigan una vida mejor,y una mejor compania.