lunes, 14 de enero de 2008

A penny for your thoughts


Nos sentamos enfrentados en ese café de mala muerte. Apoyé mi codo sobre la mesa y mi cabeza sobre la mano derecha. Mis dedos escondían mi boca, que no podía dejar de hacer esa mueca tan mía. Estabas mirando hacia abajo, estudiando la carta escueta dentro de un folio. Miré tu silueta. Tu cabello corto y despeinado. Tus canas tan nuevas. Busqué tus ojos, pero se empecinaban en esquivarme. Tenías la barba desprolija, y cuánto me gustaba. Habías dejado el sweater a tu lado, en una silla. Tenías puesta una remera gris, del mismo gris que lloraba el cielo afuera. Se me ocurrieron un millón de temas para empezar, pero sólo me atreví a pedir un café. Solo, porque no me gusta la leche. Vos mirabas hacia afuera, impaciente. Yo buscaba dentro tuyo, moría por ahogarme en vos. Tus manos daban pequeños golpes sobre la mesa, pero no había música. Crucé mis piernas e intencionalmente rocé las tuyas. Estudié tu resistencia y me provocaba buscarte aún más. Mirabas hacia el costado, por la ventana, y no dejabas de mostrarme el cuello. Justo a mí, que siempre fui adicta a los vampiros. Llegó el café y con él, el final. No esperaste siquiera a que el mozo terminara de apoyar los vasos de soda en la mesa. Le pagaste con un billete de diez. Y le dejaste el vuelto de propina.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Se está poniendo interesante.... pero, cómo sigue?? Te quedaste sentada sola o acompañada a tomar el café?? El café fue el comienzo, o fue el final de una historia?? Dale...dale... no te lo guardes!!!

Anónimo dijo...

Hola pasaba a saludar,estoy un poco curiosa con el final de este café,saludos.

Anónimo dijo...

y....cuando sabremos lo que sigue?

Anfitrite dijo...

Me puse los tacos aguja, el disfraz de vampiresa, y salí a alimentarme. Después de la medianoche.