jueves, 3 de enero de 2008

Las odaliscas no la dejan escribir

Prendió la luz del escritorio. Encendió una vela con perfume a vainilla y todavía podía olerse en la habitación el sándalo que ardió en un sahumerio un rato antes. Fue hacia la cocina. Buscó su copa y tomó la botella que estaba destapada sobre la mesada. Sirvió vino, de ese de más de doscientos pesos la botella, que le regalaron para año nuevo. Cuando volvía hacia el escritorio, se detuvo y regresó a la cocina. Pensó en llevarse la botella consigo, para no tener que interrumpir nada más tarde, cuando quisiera una segunda copa. Corrió la cortinas, para ver soplar el viento afuera. Puso su música bajita y encendió la pc. No sabía lo que escribiría esa noche. Pensó en las hermanas Cayunao. Pero no, no era la noche para eso. Mejor dejarlo para las entendidas que están del otro lado de la camarita. Encendió un cigarrillo y entendió que ya había escrito suficiente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

si nosotras entendemos.... era para un futuro no muy lejano que iba a llegar y no va a hacer... por cuestiones de 400km... jajaja.
besos... de Na y Mio...

Anónimo dijo...

no te dejan escribir???
qué pesadas!!!
Guardame un vino de esos, deben ser riquísimos!